La adaptación es un proceso delicado y muy importante, tanto para los niños, como para las familias, ya que entran en juego las emociones de los padres, de los niños y como consecuencia la de los maestros. El niño tiene que conocer y confiar en los nuevos espacios, los nuevos compañeros, los nuevos adultos y, en algún caso, en la nueva manera de trabajar.
La adaptación puede durar unas seis semanas, todo dependerá de cada caso. Se puede manifestar de diferentes maneras como en el llanto, insomnio, pérdida de hambre, regresión temporal en el control de esfínteres, malestar o irritabilidad. Es crucial que los padres confíen en la escuela y en el niño para poder transmitir confianza.
Para tener en cuenta cada niño de manera individualizada, a segundo ciclo de Educación Infantil, se convoca a los alumnos nuevos un día y una hora en concreto. De esta manera, la guía puede dedicar a cada niño un rato exclusivo. Además, si hace falta y las familias tienen predisposición, se puede hacer de manera progresiva para acoger a cada niño de la mejor manera posible.