Los bebés son lingüistas universales, pues son capaces de producir cualquier sonido de cualquier lengua. Sin embargo, hacia los 8 y 10 meses de edad, su balbuceo se adapta al lenguaje del idioma(s) de sus padres y acento(s). La preferencia por el lenguaje hará que el niño absorba más un lenguaje que otro.
El período sensitivo del lenguaje es una ventana de oportunidad para absorber las lenguas que se hablen en el ambiente que rodea al niño. La habilidad de los cerebros jóvenes para similar el lenguaje por una vía de aprendizaje informal, es la prueba de la existencia de los períodos sensitivos para el aprendizaje. Aquello que el niño absorba durante sus primeros seis años de vida influenciará profundamente en sus habilidades lingüísticas y en el desarrollo de su capacidad cognoscitiva. El niño absorberá el idioma que más se use en el ambiente.
Los niños necesitan comprender el mundo que les rodea, etiquetando objetos en su ambiente; el hecho de nombrarlos les ayuda a adaptarse a él y a enriquecer su lenguaje. Cuando los niños llegan al ambiente tienen una mente absorbente y exploran el lenguaje de la misma manera en la que exploran otros materiales: con actividades y movimiento. Es importante conversar con los niños y tener un diálogo en el cual sientan que alguien les está escuchando. Para ayudarles a adquirir autoconfianza, se debe proveer de situaciones y oportunidades de expresarse a sí mismo a muy temprana edad.
El lenguaje se da en todas las áreas del ambiente porque los niños están interesados en toda clase de palabras; no importa que difíciles puedan parecerle estas al adulto. Los niños tienen hambre de palabras, de conocimientos y de información. El lenguaje debe ser parte de cada día en la vida de los niños.