Cuando algún alumno nos pide ayuda porque tiene alguna dificultad que piensa que no la puede afrontar solo, intentamos convencerle de que sí, que él puede y lo motivamos a que resuelva la situación por su cuenta.
Pero con frecuencia nos encontramos que, en este diálogo, de forma espontánea un compañero se acerca para ayudarlo, ya sea para abrocharse la bata o para presentarle algún material. Y eso no lo interrumpimos.
Empiezan así las relaciones sociales que les deberán aportar confianza y seguridad.